India: 70 años de independencia
El pasado 15 de agosto de 2017, la India conmemoró siete décadas de independencia del colonialismo inglés. En esta ocasión solo abordaremos aspectos en el ámbito económico y político de un país de dimensiones subcontinentales cuyo esfuerzo por avanzar se centra en la prioridad de la economía como factor de cambio estructural. Así tenemos que el ascenso combinado del Producto Interno Bruto y el crecimiento de un 7% previsto para este año 2017 y para el 2018, van a la par de la aplicación de medidas económicas que no permitirán una inflación mayor al 6%, dando así indicadores de “satisfacción relativa”.
India en el mandato del primer ministro Narendra Modi ha acelerado los programas de reformas económicas para atraer las inversiones extranjeras, toda una liberación económica que aún no logra disparar el éxito de un gobierno en materia de plenos empleos, ventas de empresas y ascensos del gasto en los consumidores. La esperanza de este gobierno en los actuales momentos es que se apruebe en el Parlamento la unificación del complicado sistema de cobros de impuestos, el cual sería una de las más importantes reformas históricas cuyo impacto daría mayores capitales para mantener una ola de bonanza económica, propia de la producción de bienes materiales y elevación de la calidad de vida para una clase media gigantesca y mayor riqueza en sus minorías de multimillonarios. Sin embargo, la desigualdad socioeconómica sigue siendo abismal en la población.
En esta perspectiva, hay una latente preocupación en la India con respecto al trato y ataques sufridos por los sectores dalits o intocables, los problemas y abusos de castas van en ascenso, más los sometimientos a otras minorías en la dimensión religiosa como la musulmana y cristiana, lo cual pone sobre la mesa nacional grandes conflictos internos cuyo cumplimiento cabal por parte del gobierno de Modi de una agenda de justicia social real está lejos de consumarse en India. Ello ha dado paso hacia una cotidianidad de intolerancias muy peligrosa para la democracia de este país. El gobierno actual apoya a las clases dominantes y todas las ramificaciones de intereses que ello conlleva, y este estilo gubernamental de dualidades plantea un gran cinismo de resultados para las mayorías pobres de la India.
La práctica política del partido gobernante Bharatiya Janata no ha sido nada saludable sino más bien tóxica, el hegemonismo partidista en todos los niveles, ortodoxia en la convivencia religiosa hinduista en un escenario milenario de diversidad espiritual y de filosofías de vidas, con una concepción nacionalista excluyente hacia el interior de la democracia. Ello puede verse en las prácticas de sometimientos y represión al no permitir la crítica, promoción del sectarismo, criminalización de la política, entre otros son un abanico de realidades peligrosas en el horizonte indio. Esta India va en contradicción franca con lo previsto en la Carta Magna.
Ejemplos recientes contradictorios tales como: La nueva ley anti-conversión (religiosa) del gobierno regional de Jharkhand, el pastor asesinado en Punjab, cementerios e iglesias destruidas en Goa, jóvenes musulmanes asesinados por transportar o consumir productos cárnicos de origen vacuno. La muerte de más de 80 niños por la falta de oxígeno en las salas de pediatría neonatal y neurología en el hospital de Gorakhpur, cuya administración no había cancelado la deuda con la empresa proveedora, ponen en evidencia la grave deficiencia del sistema de salud pública de la India. Las elecciones para la Rajya Sabha y el estado de Gujarat, marcados por casos de corrupción, y por último, la preocupación por los nombramientos del nuevo presidente y del vicepresidente afectos al partido de gobierno, representan escenarios de nubarrones en la independencia porvenir.
El pueblo de la India debe enfatizar en el espíritu del preámbulo de la Constitución cuya entrada en vigencia fue el 26 de enero de 1950, el cual se funda en: …..una República Soberana, Democrática, Socialista, y Secular y un Estado benefactor comprometido a garantizar la justicia, la libertad y la igualdad para el pueblo y en promover la fraternidad, la dignidad de la persona y la unidad e integridad de la nación.
No olvidemos que en la lucha por la independencia de la India, su pueblo adoptó y promulgó estos objetivos constitucionales, dando validez a una representación del poder en última instancia en manos del mismo pueblo y no de una élite crecientemente radical.
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