El pasado 30.8.17 el medio de comunicación japonés NHK World, informó el deceso del ciudadano Sumiteru Taniguchi a la edad de 88 años, víctima del cáncer. El 9 de agosto de 1945 Taniguchi contaba con 16 años, estaba a 1.8 kilómetros del área de la explosión. En ese momento él repartía el correo, sufrió serias quemaduras de tercer grado en su espalda y brazo izquierdo, propias de las altas temperaturas generadas por la explosión, no sentía dolor ya que sus nervios fueron afectados, los equipos de rescate lo consideraron muerto por su inamovilidad, el joven japonés sobrevivió y aturdido se levantó, logró caminar hacia una planta de municiones cercana donde una mujer lo atendió y lo ayudó. Tuvo conciencia y vivencia directa del apocalipsis nuclear, la fotografía de su espalda en carne viva fue una de las cientos de la tragedia en Hiroshima y Nagasaki tomada por el fotógrafo de la Marina estadounidense Joe O'Donnell, en enero de 1946 (cinco meses después) durante un registro gráfico de los efectos de la bomba en más de 50 ciudades japonesas.

A sus 26 años conformó un grupo de ciudadanos de Nagasaki en contra de la guerra, denunciando el horror del uso de las armas atómicas. El papel de relator en su condición de hibakusha (sobreviviente) lo llevó a distintos escenarios para sembrar sabiduría antinuclear, desempeñando distintas responsabilidades tales como: Presidente de la Asociación de Supervivientes de la Bomba Atómica en Nagasaki en el 2006. Para el 2010, era representante de la Confederación Japonesa de Organizaciones de Víctimas de las Bombas Atómica y de Hidrógeno (Nihon Hidankyo).

Fue un gran activista que lo llevó a estar presente en los debates de las Naciones Unidas en la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear. En julio 2017 al aprobarse el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares, Taniguchi se sintió solaz por el logro obtenido pero a la vez hubo desasosiego al preguntarse abiertamente sobre el porvenir, cuando: ?no quede en el mundo ninguna persona que haya sufrido la naturaleza inhumana del armamento atómico".

Tal angustia vivida en Sumiteru Taniguchi significa evitar ver en la humanidad el sufrimiento vivido en carne propia. Es por ello que decidió mostrar las cicatrices y huellas dejadas en su cuerpo por la bomba lanzada en Nagasaki. La foto que le tomaron a los 16 años es cruda, e inhumana la experiencia por sobrevivir y enfrentar los horrores de una guerra nuclear.

Sumiteru Taniguchi descanse en paz, has dado ejemplo de lucha al mundo y tú causa no ha sido en vano. Hoy el mundo corre un riesgo más terrible de ser aniquilado totalmente por el masivo armamento nuclear que posee, pero tus cicatrices son las huellas a evitar por parte de la humanidad.