Reunida en Bogotá en su XIII Congreso Internacional, la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África resaltó el valor del pueblo japonés para resistir la tragedia de proporciones colosales causada por el terremoto del 11 de marzo, en el área de Sendai, y los posteriores embates del tsunami y las averías en los reactores de las plantas nucleares de Fukushima. A pesar del milenario sentido de previsión ante los fenómenos naturales adversos, el pueblo japonés no estaba preparado para un sismo y un maremoto de tal magnitud, que superó los peores escenarios imaginados, con un saldo muy lamentable de miles de vidas humanas perdidas en unos instantes.

ALADAA expresa el más profundo pesar por el valor inconmensurable de las personas que perdieron sus vidas por el terremoto y el tsunami de Sendai, expresa sinceros sentimientos de aprecio a sus familiares y alienta a la comunidad internacional a acompañar por los medios a su alcance al pueblo japonés en estos momentos de luto.

Asimismo, ALADAA expresa al gobierno japonés su preocupación por la persistencia en la generación de energía a partir de medios riesgosos, como lo son las centrales nucleares. No sólo está el hecho de permitir el uso de reactores obsoletos, sino la tolerancia frente a empresas que reportan niveles ficticios de seguridad en sus instalaciones y equipos, lo cual es puesto en evidencia por las fugas radiactivas en la central de Fukushima. Dado el notable avance tecnológico japonés en la producción de energía a través de medios más limpios, sostenibles y sin riesgo para la vida en el planeta, anima al Gobierno del Japón a acelerar el apoyo a la generación eléctrica de fuentes solares, eólicas, de biomasa y similares.

De igual modo, ALADAA observa con inquietud las medidas autoritarias por medio de las cuales algunos gobiernos tratan de acallar las legítimas reclamaciones de los pueblos árabes, quienes demandan sus derechos democráticos a la libertad de expresión, la equidad social y la transparencia administrativa. ALADAA considera que esta crisis debe ser resuelta por medio del diálogo y no por la fuerza, y mucho menos por la oportunista intervención militar extranjera disfrazada de causa humanitaria.

Bogotá, 25 de marzo de 2011