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Declaración de paz Hiroshima, 06 de agosto de 2012


              A las 08:15 a.m del 6 de agosto de 1945. Nuestro pueblo fue reducido a cenizas por una sola bomba atómica. Las casas que eran nuestro hogar, nuestra vida cotidiana, las costumbres que atesorábamos - todo se había extinguido: "Hiroshima ya no existía. La ciudad se había desvanecido. Sin carreteras, sólo una llanura de escombros quemada hasta donde podía ver, y por desgracia, podía ver bastante lejos.  Seguí los cables eléctricos que habían caído a lo largo de lo que supuse serían las vías del tranvía. La calle estaba muy caliente. La muerte estaba por todas partes".  Esa fue nuestra ciudad, como fue vista por una joven de veinte años. Eso fue Hiroshima para todos los sobrevivientes. Los emocionantes festivales, los juegos en los barcos, la pesca de peces y almejas, los niños agarrando camarones - una forma de vida había desaparecido de nuestros queridos ríos.              Peor aún, la bomba apagó las vidas sagradas de tantos seres humanos: "Me monté en un camión con un equipo de defensa civil para recoger cadáveres. Yo era sólo un niño, así que me pidieron que los sostuviera de los tobillos. Lo hice, pero la piel se escurría. No pude aguantar. Me armé de valor, apreté con fuerza con mis dedos, y la carne empezó a rezumar. Un hedor terrible. Aferré hasta llegar al hueso. Con un "uno-dos-tres" los arrojábamos a la camioneta".  Como se ve en la experiencia de este joven de 13 años, nuestra ciudad se había convertido en un infierno real.  Un sinnúmero de cadáveres yacían por todas partes, apilados uno encima del otro, en medio de los gemidos de voces sobrenaturales, los bebés chupando los pechos de las madres muertas, mientras que aturdidas, con miradas vacías, las madres aferraban a sus bebés muertos.             Una niña de dieciséis años perdió a todos los miembros de su familia, uno tras otro: "Mi hermano de 7 años de edad se quemó de la cabeza a los pies.  Murió poco después del bombardeo. Un mes más tarde, mis padres murieron, y luego, mi hermano de 13  y mi hermana de 11 años de edad. Los únicos que quedamos fuimos mi hermano pequeño, que tenía tres años y murió más tarde de cáncer, y yo".  Desde recién nacidos hasta abuelas, a finales de ese año, 140.000 preciosas vidas fueron arrebatadas de Hiroshima.           Hiroshima estaba hundida en la más profunda oscuridad. Nuestros hibakusha (sobrevivientes de la bomba atómica) sufrieron los bombardeos en carne y hueso.  Después, tuvieron que sufrir las secuelas y los prejuicios sociales. Sin embargo, pronto comenzaron a contar al mundo sus experiencias. Trascendiendo la rabia y el odio, revelaron la completa inhumanidad de las armas nucleares y han trabajado incansablemente para abolir esas armas. Queremos que el mundo entero sepa de su sufrimiento, de su dolor, de sus dificultades y de su reclamo desinteresado.          Los hibakusha tienen ahora en promedio más de 78 años.  Este verano, en respuesta a los muchos ciudadanos ordinarios que buscan continuar la transmisión de sus experiencias y llamadas, Hiroshima ha comenzado a entrenar cuidadosamente a sucesores oficiales de los hibakusha. Decididos a no dejar que la memoria del bombardeo atómico se desvanezca de la memoria, tenemos la intención de compartir con cada vez más personas en Japón y en el extranjero el deseo de los hibakusha por un mundo libre de armas nucleares.        ¡Pueblos del mundo! Especialmente los líderes de naciones con armas nucleares, por favor vengan a Hiroshima para contemplar la paz en esta ciudad que padeció un bombardeo atómico.          Este año, la asociación Alcaldes por la Paz celebró su 30 º aniversario.  El número de ciudades que piden la abolición total de las armas nucleares para el año 2020 ha superado los 5.300, y nuestros miembros representan ahora a mil millones de personas aproximadamente.  El próximo mes de agosto se llevará a cabo una conferencia general de Alcaldes por la Paz en Hiroshima. Ese evento transmitirá al mundo el intenso deseo de la inmensa mayoría de nuestros ciudadanos para realizar una convención para la eliminación de las armas nucleares. En la primavera siguiente, Hiroshima será la sede de una reunión ministerial de la Iniciativa para la No Proliferación y el Desarme con la participación de diez Estados no poseedores de armas nucleares, incluido Japón. Creo firmemente que la demanda por la abolición de las armas nucleares, pronto se extenderá a partir de Hiroshima, incluirá el mundo entero, y nos llevará a una paz mundial genuina.          El 11 de marzo 2011, es un día que nunca olvidaremos. Un desastre natural agravado por un accidente nuclear provocó una catástrofe sin precedentes. Aquí, en Hiroshima, somos muy conscientes de que los supervivientes de la catástrofe todavía sufren terriblemente, pero que sin embargo miran hacia el futuro con esperanza.  Vemos claramente su terrible experiencia superpuesta a la que sufrimos hace 67 años. Hablo ahora a todos en las zonas afectadas. Por favor, mantengan la esperanza para el mañana.  Sin duda que mejores días llegarán. Nuestros corazones están con ustedes.      Después de haber aprendido la lección de ese terrible accidente, Japón está ahora comprometido en un debate nacional sobre la política energética, con algunas voces que insisten: "La energía nuclear y la humanidad no pueden coexistir".  Hago un llamado al gobierno japonés para  que establezca sin demora una política energética que garantice la seguridad y la salud de la gente. Pido al gobierno del único país que ha experimentado un bombardeo atómico que acepte como propio el espíritu decidido de Hiroshima y Nagasaki. Consciente de la situación de inestabilidad que nos rodea en el noreste de Asia, pedimos un audaz liderazgo en el movimiento para eliminar las armas nucleares. Solicitamos también que proporcionen más medidas asistenciales para los hibakusha dentro y fuera de Japón, quienes aún sufren aún hoy en día, y que tomen la decisión política de ampliar las "zonas de lluvia negra" (lugares donde cayó lluvia con residuos radioactivos).           Una vez más, ofrecemos nuestras sinceras oraciones por el descanso de las víctimas de las bombas atómicas. Desde nuestra base aquí en Hiroshima, nos comprometemos a transmitir al mundo las experiencias y deseos de nuestro hibakusha, y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr la verdadera paz de un mundo sin armas nucleares.

MATSUI Kazumi Alcalde de la ciudad de Hiroshima


Traduccción no oficial hecha por el CEAA ULA


- Fecha de publicación: 13 Sep 2012
- Publicado por: CEAA

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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