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El proceso de paz en el Medio Oriente: Fallo estratégico de los EEUU y movimiento táctico israelí-palestino

Una vez reelecto Barack Obama a finales del 2012 y libre de las ataduras que significaba la competencia por permanecer en el salón oval por cuatro (4) años más, la imperiosa necesidad de dejar su impronta en la historia estadounidense y condicionado por la hostilidad de los republicanos en el Congreso ante a su agenda social, se vio obligado a convertir  la política exterior en el horizonte donde podría yacer su legado. La designación de John Kerry como Secretario de Estado apuntaba en esa dirección, sin menoscabar la necesidad cada vez mayor de "gestionar" los distintos conflictos a escala mundial, se le asignó la difícil tarea de ejecutar una estrategia de doble vertiente: conseguir una salida honrosa de los EEUU del Medio Oriente para luego centrar las fuerzas disuasorias norteamericanas en la Cuenca del Pacifico, y, ejecutar una diplomacia "blanda" que les asegure recuperar la desacreditada imagen de Washington.

La resolución del conflicto palestino"israelí es clave para la reconfiguración de toda la región que se extiende desde el norte de África hasta Afganistán. La visita que realizó en Marzo del 2013 Barack Obama a Israel se inscribe dentro de esta estrategia, revivir las conversaciones de paz y lograr un acuerdo satisfactorio para las partes en disputa constituía un logro que la administración estadounidense necesitaba para asegurarse estar a la altura del yes we can que tanto ilusiono. Así mismo, llevar a buen puerto el contencioso nuclear iraní y la reincorporación de la nación persa como potencia regional, racionalizaría la actuación de Teherán en el Medio Oriente desactivando el tan temido arco chiita, asestándosele un duro revés al partido" milicia Hezbolá en el Líbano y a Hamas en Gaza.

 En este sentido, el anuncio dado por el Secretario de Estado, John Kerry, en julio pasado, en el cual participaba la reactivación del proceso de paz entre israelíes y palestinos constituía el primer esfuerzo real post Camp David y Annapolis. El acuerdo sellado por ambas parte, se ponía como fecha límite abril del 2014 para concretar un modus vivendi en el cual se concretaran puntos en común en los temas centrales: Fronteras, el futuro de Jerusalén, refugiados y la seguridad de Israel; que permitieran la formación de un Estado palestino independiente y soberano que conviviera con su vecino sionista.

A pesar del empuje personal de Kerry "quien realizó más de una docena de viajes a la región", las conversaciones de paz fracasaron de nuevo. Descifrar el porqué del estrepitoso hundimiento de este esfuerzo nos obliga a revisar la actuación de las partes en disputa. Lamentablemente para la elite política israelí la paz nunca ha estado entre sus objetivos, estos se han decantado por "gestionar el conflicto". El solo hecho de encontrar un entendimiento con los palestinos provocaría el colapso de todo el imaginario nacional que sostiene espiritualmente a la nación, así como echaría por la borda la dimensión histórica y geográfica del sionismo.

La fragilidad y la composición variada del ejecutivo que lidera Netanyahu ha jugado en contra, la presencia de Naftali Bennet "Ministro de Economía" como líder  de Casa Judía (ha-Bàyit ha-Yehudí), un partido político de extrema derecha representante de los colonos ha hecho aún más imposible encontrar puntos de encuentros entre las distintas facciones que componen la coalición gobernante. Durante los meses que duraron las conversaciones amenazó más de una vez con abandonar el gobierno, situación que llevo a la jefa negociadora israelí Tzipi Livni a declarar: "Hay gente en la administración que no desea la paz".

Sumado a la actitud amenazante de Bennet, a principios de abril,  Israel se rehusó a liberar una cuarta tanda de prisioneros palestinos y autorizó la construcción de nuevas viviendas en una parte de Jerusalén que los palestinos consideran suya. Frente a este órdago, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) decidió unirse a 15 agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Tales acciones borraron cualquier posibilidad de extender las conversaciones, recrudeciéndose las declaraciones de los voceros que anhelan un Gran Israel, recomendando la anexión unilateral de grandes bloques de asentamientos como respuesta al movimiento de Abbas. Al final, Netanyahu, víctima de sus propias incoherencias, ordenó a su Ministro de Hacienda no transferir a la ANP 100 millones de Shekels (22,8 millones de dólares) que su gobierno recauda como impuestos en nombre de los palestinos.

Del otro lado del muro, la ANP se enfrenta a una desaprobación cada vez mayor por parte de los palestinos, lo que dificulta la legitimidad de sus representantes en la mesa negociadora. En una población compuesta en su mayoría por jóvenes, la solución de los dos Estados cada día pierde más adeptos, hasta el hijo del rais, Tareq Abbas, en declaraciones al New York Times apostaba por la creación de un Estado único que se extienda desde el Jordán hasta el Mediterráneo, e ingeniosamente les recomendaba a los israelíes: "Sino me quieres dar independencia, al menos otórgame derechos civiles". 

Tales premisas demuestran el desencanto de una generación marcada por la colonización y los muros de separación, poniendo en evidencia el fracaso del paradigma de la solución biestatal. La balcanización de la geografía de Palestina es otra de las razones para el desencanto y decepción. La política de asentamiento adelantada por los sionistas hace imposible en el mapa la formación de un Estado palestino coherente, al no tener una continuidad territorial que les permita desarrollar sus potencialidades. Y si le sumamos la desconexión que existe entre Gaza y Cisjordania la preocupación es aún mayor.

La muerte anunciada de las conversaciones de paz obligó a ambas facciones a hacer reacomodos tácticos que les garanticen sobrevivir en la región y a convivir con la cada vez mayor apatía norteamericana a atender los problemas del Medio Oriente. Así, el sionismo político ha cerrado filas y culpan a los palestinos del fracaso en el proceso de paz, mientras el lobby israelí en Washington direcciona la discusión política y pide a Kerry que se retracte por advertirle a Israel de los riesgos que corre de convertirse en un Estado segregacionista.

Mientras, Abbas realiza una pirueta política y se dispone a formar un gobierno de coalición nacional con el islamista Hamas, abriendo la posibilidad de legitimar la ANP. Esta maniobra abriría las compuertas para que la totalidad del pueblo palestino reclamara su derecho a tener un Estado propio como lo contempla la mismísima resolución 181, que dividió en su momento al Mandato Británico de Palestina. Para los israelíes esta decisión es una afrenta, y se aferran a la supuesta disposición de Hamas para destruir a Israel, minando la posibilidad de un retorno de las partes a la mesa de negociaciones.

Por último, el fracaso de las conversaciones de paz constituye un doloroso revés para la política exterior de Obama, tanto así, que el Presidente norteamericano se ha visto en la necesidad de salir al paso y decir que el proceso ha tomado una "pausa". En un mundo cada vez más inestable, azotado por los sucesos en Ucrania, la guerra civil Siria, y la carrera armamentística en Asia Oriental, la resolución del conflicto más largo del siglo XX y lo que va de este milenio, como lo es el palestino-israelí, constituía un escenario pivote para trazar la nueva estrategia norteamericana de dominación mundial en la crucial Cuenca del Pacífico. Esta situación obligará a los think tanks de Washington a recomponer la proyección del poder  estadounidense, cada vez más puesto en duda, y en el caso del Medio Oriente, secuestrado por los intereses de los colonos israelíes. 


- Fecha de publicación: 05 May 2014
- Publicado por: CEAA

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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