El continente africano es uno de los más afectados a escala global en experimentar el cambio climático desde la década de los sesenta del pasado siglo XX. Geológicamente es el más antiguo de las plataformas continentales, y paradójicamente ninguno de sus estados se encuentra en la lista de los responsables sustanciales emisores de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Lamentablemente ha vivido y padecerá las consecuencias del desastre ocasionado por otros (sequías, inundaciones, elevación del nivel del mar, salinización de la capa freática, alza de temperaturas, deterioro del litoral, y pérdida progresiva de flora y fauna).

Las diversas iniciativas para contrarrestar dicha crisis, tales como, plantar árboles por parte de las comunidades rurales, no han sido posible materializarlos por razones de costos, mucho menos, la implementación de medidas emanadas del Protocolo de Kyoto, con transferencias de tecnologías en beneficios de las comunidades, como el llamado Mecanismo para un desarrollo limpio (MDL) en África.

Cualquier acción a emprender pasa por enfrentar grandes retos, entre ellos: A) Las variaciones climáticas tendrán un mayor impacto en estos  países,  ya  que están menos capacitados para defenderse. B) El carácter depredador intensivo  sobre los recursos naturales africanos en manos de Occidente y Asia, convierten el problema geográfico en una disyuntiva política y económica. C) El mayor costo social en esta problemática mundial lo pagan quienes menos dañan a la atmósfera y África es el mejor ejemplo de esta crisis climática.

En este contexto, el Centro de Estudios de África y Asia de la Universidad de Los Andes, presenta el papel de trabajo referente al continente africano emanado del ICCP para este año.