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Hiroshima y Nagasaki: 69 años

Hiroshima debe quedar grabado en nuestra memoria: es una   catástrofe más terrible que los desastres naturales porque fue   provocada por el hombre. Repetirla, al mostrar la misma         falta de respeto por la vida humana con la construcción de plantas de energía nuclear, es la peor traición a la memoria de las víctimas de Hiroshima.

Kenzaburo Oe

 

Este nuevo aniversario del lanzamiento de las bombas atómicas por parte de los Estados Unidos en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en el año 1945, coincide con una coyuntura internacional de alta conflictividad. La guerra, una vez más, es el centro de los intereses geopolíticos y económicos en sus distintos escenarios: los ataques demenciales de Israel sobre la región palestina de Gaza, la alta conflictividad en Ucrania, Afganistán, Siria, los genocidios ocasionados por los yihadistas del Estado Islámico de Irak y Levante (ISIS), y  el posterior bombardeo a las posiciones de estos grupos por parte de Estados Unidos en defensa de las minorías afectadas y la puesta en marcha de una nueva coalición internacional para erradicar este mal. La amenaza mundial del ébola con las obvias sospechas de lo que hay y habrá detrás de esta enfermedad y sus posibles curas en el contexto de sus realidades en las economías del mercado monopólico de las farmacéuticas. Todas estas situaciones enuncian profundas grietas en la conciencia de convivencia internacional que las naciones deben salvaguardar para evitar el colapso.
  
En cada uno de tales escenarios, encontramos el lugar común de la muerte justificada por los atavismos de “superioridad racial”, limpiezas étnicas, defensa de la soberanía, fanatismo religioso y político que autoproclama la tesis de “pueblo elegido” para accionar masacres sobre otros pueblos. El poder del capital por encima de la condición humana representa una y otra vez el eje actual que “ordena” las relaciones de dominio sin importar sus consecuencias en la humanidad.
   
Para Japón, el año 2014, los 69 años transcurridos, ha coincidido con otras coyunturas que provienen del pasado y a la vez  producen nuevas presiones sobre un presente que plantea  retomar banderas en defensa de su soberanía y causa un profundo debate sobre su Parlamento, gobernantes y población. Nos referimos a otros múltiples acontecimientos tales como: a) el pueblo japonés envía miles de comentarios a la Autoridad de Regulación Nuclear sobre la necesidad de dar cumplimiento de seguridad en la construcción y manejo de las plantas nucleares; b) la solicitud del Ministerio de Defensa de Japón para el nuevo año fiscal 2014, que se inicia en abril próximo, de aumentar el gasto militar en 3,5%  equivalente a unos 5,05 billones de yenes (48.700 millones de dólares); c) la puesta en marcha en  materia del plan de seguridad nacional y fin a la prohibición de que los soldados japoneses luchen en el extranjero, así como también flexibilizar las restricciones a las exportaciones e importaciones de armas; d) las amenazas cada vez más patentes ante la escalada armamentista y rápido desarrollo militar de China (vale aclarar que el gasto de defensa de China se ha cuadruplicado en la última década hasta los 808.000 millones de yuanes (132.000 millones de dólares); e) igualmente, Japón ha sido víctima de los  movimientos y pruebas de misiles de Corea del Norte, considerando que la mayoría del archipiélago japonés está dentro del alcance de los misiles Rodong norcoreanos;  y f) las abusivas incursiones militares de China al sur de Japón en la zona japonesa de las islas Senkaku.
  
En suma, el país nipón se enfrenta a un reto que lo llevará a generar un rol más proactivo en la defensa a su soberanía y a la  vez adoptar todas las previsiones en materia de adquisición de nuevos equipos de defensa múltiple sin borrar de su conciencia histórica el significado de los efectos devastadores de las bombas atómicas sobre su territorio.
   
Japón va hacia un escenario variado de movilizaciones que van desde: 1) la redefinición de las alianzas en Asia; 2) la actualización de los acuerdos militares con Estados Unidos y la operación de sus bases militares norteamericanas independientemente de los conflictos internos que ello acarrea; 3) el incremento a toda costa del integracionismo económico con sus vecinos por encima, y como muro de contención, del expansionismo chino; 4) calibrar una inevitable toma de decisiones en el tablero de ajedrez temporal  que ocasionan los movimientos militares de China en sus acciones unilaterales y  presentar un “contrapeso” a los planes chinos en pleno desarrollo de construcción de islas artificiales sobre arrecifes en el mar meridional de China, cuya localización por GPS no aparece, y como consecuencia de este plan chino plantear una maniobra diplomática ante las reiteradas ofensivas  de China en relación a las disputas territoriales en la región con Filipinas, Malasia, Taiwán y Vietnam.

Debemos considerar en este contexto que en el mar de China meridional, en el océano Pacífico, desde el año 2012 representa un escenario geopolítico reclasificado como de "interés nacional esencial" para el Partido Comunista Chino y ello conlleva a fomentar su accionar  a una política de hechos en su expansionismo marítimo.
  
 En esta perspectiva, los 69 años del bombardeo atómico sobre Japón que se conmemoraron el pasado mes de agosto del año en curso, representan, en este nuevo escenario global peligroso de guerra fría,  asumir un serio compromiso hacia la paz, especialmente no olvidar la memoria de las víctimas de Nagasaki e Hiroshima, sus almas están atentas a sus lugares de nacimiento y muerte, y ven directamente  los ojos de los dirigentes japoneses y del mundo para no oír de nuevo los cientos de miles de gritos y llantos del pasado que masacraron a los japoneses de esas dos ciudades, menos aún oír en un futuro los miles de millones de gritos de todos calcinándonos en las ondas expansiva de las bombas atómicas detonándose en el mundo. No olvidemos a las víctimas.
   
- Fecha de publicación: 19 Sep 2014
- Publicado por: CEAA

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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