La capital de Nepal y el populoso valle de Katmandú sufrieron el pasado  sábado 25 de abril 2015 un fuerte sismo de magnitud 7.9, el más agresivo en los últimos 80 años. La particularidad de este movimiento telúrico es que el mismo no fue en la profundidad de las capas geológicas que conforman los relieves, sino que sucedió a muy poca distancia de la superficie terrestre, de ahí su agresividad, devastación en vidas, viviendas, edificios, daños estructurales generalizados, templos desintegrados, carreteras fracturadas, avalanchas de nieve, todo el resultado de una intensidad sísmica de casi 2 minutos de duración, de acuerdo a los testimonios dados por los afectados. Lo más desolador, las pérdidas de vidas humanas, las mismas ya van por más de 4.500 víctimas y casi ocho mil heridos. Al escribir esta nota, el primer ministro de Nepal, Sushil Koirala ha informado que el estimado de muertes podría superar las 10.000.

La ayuda internacional no se ha hecho esperar, India, China, Pakistán, han enviado aviones y ayuda a las áreas más afectadas,  Japón, Israel, Estados Unidos, la Unión Europea han comprometido de inmediato sus equipos de rescate, Venezuela entre muchos otros Estados solidarios del mundo con el pueblo nepalí están igualmente ayudando, coordinado y desplegando el socorro a esta nación del Himalaya.

La mayoría de las muertes son de Katmandú (excepto en el extremo oeste de la ciudad) del lado de la India, Tíbet, Bangladesh  y China, se han sufrido igualmente muertes, bajas en número. Con estas tragedias lamentablemente a posteriori se imponen la adopción de nuevas medidas por parte del gobierno en materia de construcción y estricto cumplimiento de las normas de edificaciones en una zona altamente poblada y de escasos espacios por su geografía.

Sin embargo, pasan los días y las operaciones de rescate se intensifican, hay una lucha contra el tiempo para salvar los atrapados entre los escombros, movilizar los destrozos y esperar que haya sobrevivientes y  no enfrentar lo peor, que aparezcan más víctimas, aunque sea inevitable.

El mundo ha quedado impactado con las imágenes y videos que han circulado desde el momento de la tragedia. La otra realidad son las muertes del campo base del Everest que se usa para iniciar los ascensos a la cordillera Himalaya, ahí las avalanchas devastaron los refugios y áreas tradicionales de preparación para subir al techo del mundo. Más de  217 personas permanecen desaparecidas bajo toneladas de nieves y solo 22 cuerpos han sido rescatados de acuerdo a los primeros informes oficiales. Desafortunadamente, una nueva avalancha en Rasuwa, al norte del país caracterizada por ser una zona popular de trekking ha dejado unos 250 desaparecidos, según ha informado este martes el gobernador del distrito.

El planeta tierra está liberando fuerzas, en nuestro continente el volcán chileno Calbuco se encuentra en alerta roja arrojando lavas, piedras y cenizas, afectando a poblaciones circundantes. Así como, al Cono Sur de América. Ahora Katmandú sufre los efectos de esta tragedia. Sin duda, el pueblo de Nepal al vivir en la base de la cordillera montañosa más alta del planeta sabe de estos riesgos pero su gobierno ha reaccionado lento. En Occidente, muchos gobiernos han iniciado el descongelamiento gradual de los fondos bloqueados por su situación política interna..

La población rural se encuentra muy afectada, lo peor se puede esperar de estas áreas en las bases de la cordillera. No hay agua ni alimentos, tampoco han podido incinerar a sus deudos.

Las viviendas, carreteras y monumentos se  pueden reconstruir, las vidas perdidas no, los crematorios de Nepal están abarrotados, las cenizas de los seres queridos volverán a la madre tierra ya afectada ante tantos criterios depredadores que le hemos impuesto, paralelamente a las decisiones de la naturaleza que no podemos controlar.

Las Naciones Unidas ha alertado que unos ocho millones de personas se han visto afectadas por el terremoto en Nepal, además 1,4 millones necesitan ayuda urgente básica (Específicamente agua, comida, abrigo, carpas y medicación, entre otros requerimientos).

De acuerdo a la reciente declaración de Rajiv Biswas, Jefe del equipo de economistas para Asia Pacífico de la consultora de estrategias IHS: "El coste total de la reconstrucción en Nepal, usando estándares de construcción apropiados para una región con mucho sismos, podría superar los 5.000 millones de dólares, lo que supone alrededor del 20% del PIB"; explica, similarmente:"Se necesitará de forma urgente una ayuda masiva internacional, así como programas a gran escala de asistencia técnica y financiera de largo plazo para reconstruir la economía". Escenario complicado ante el cuadro financiero internacional y su poca voluntad para cumplir con este tipo de compromisos al pasar los meses (recordemos el caso haitiano). Consideremos que las principales economías del primer mundo actúan con una voluntad política de acción inmediata al hablar de guerras, producción de armas de última generación para destrucción masiva y presupuestos militares ascendentes cada año que transcurre. Ahí hay eficiencia y prioridad, pero los pueblos de las regiones pobres y menos desarrolladas como Nepal son vistos como de última categoría. Los distintos modelos capitalistas y llamados socialistas en el primer mundo y en las economías emergentes en la actualidad mundial no escapan de esta ironía hegemónica y cínica.

Por los momentos en Venezuela no se ha creado la apretura de una cuenta bancaria para recolectar ayuda espontánea. Todos sabemos en nuestro país que estamos muy afectados en materia cambiaria y obtención de divisas. Mientras tanto ofrecemos una opción seria y recomendada. Si quieres ayudar a la población de Nepal después de tan terrible terremoto puedes hacerlo a través de la reconocida ONG internacional ASIA (Asociación para la solidaridad internacional en Asia) haciendo clik AQUI: http://www.adoptibet.org/wp/en/emergency/.

Desde el Centro de Estudios de África y Asia de la Universidad de Los Andes, Mérida-Venezuela nuestros sentimientos de solidaridad al pueblo de Nepal y cada uno de las poblaciones anteriormente citadas que sufrieron las pérdidas de sus seres queridos.