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Malí: Otra víctima del yihadismo

El pasado viernes 20 de noviembre del año en curso, Malí, país del África occidental ocupó las primeras planas de la prensa internacional. Las razones obedecieron al atentado terrorista en un lujoso hotel (Radisson Blu) de la capital Bamako, que fue  asediado por varios asaltantes que mantuvieron en condición de rehenes a unos 140 clientes, además de 30 trabajadores, lo cual puso en alerta máxima al gobierno. Este trágico episodio dejó el saldo de 27 víctimas fatales,  entre las que se encuentran ciudadanos belgas, senegaleses, estadounidenses, chinos, un israelí de origen venezolano y guardias de las fuerzas de seguridad malienses, además del abatimiento de 13 insurgentes.


Las acciones terroristas fueron reivindicadas por la secta radical Al-Mourabitoune (El Almoravides, también conocido como Al-Mourabitoune Al Qaeda de la Yihad en África Occidental). Este grupo radical de tendencia salafista surge en agosto de 2013 de la unión de Mujao y Signatarios de la Sangre, lo cual fue ordenada por el líder de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, sus puestos de mando estan en la región de Gao, al norte del país y el norte de Níger conformado en su mayoría por tuaregs y árabes, vinculados muchos de sus integrantes al comercio de drogas.  Sin embargo, desde su fundación la milicia ha logrado expandirse al punto de establecer células en Túnez, Libia, Sudán, Egipto y Nigeria, en este último país mantiene nexos con Boko Haram, así mismo el pasado mes de agosto de 2015 le juró lealtad al autodenominado Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS).

Los sistemáticos ataques a la población civil, al igual que a las fuerzas militares de Malí, han llevado al gobierno mantener las alarmas encendidas para hacerle frente y evitar que socave la frágil estabilidad que vive el país desde el 2012 tras el intento de secesión de Asawad, llevado a cabo por una rebelión tuaregs que reclamaba la independencia y autodeterminación de esta parte del territorio nacional. Así, desde la deposición de Muammar El Gaddafi, los arsenales de armamento fueron saqueados por mercenarios tuaregs que habían estado al servicio del líder libio, los cuales se movilizaron al Sahara para formar parte de los movimientos rebeldes que han catalizado la tensión al interior de Malí.

El intento de secesión tuaregs durante el 2012 cautivó la atención de Francia, ex metrópoli que busca mantener el statu quo de sus ex colonias. En este sentido, su incursión estuvo enmarcada en la Operación Serval, que tenía como finalidad detener el avance tuaregs. No obstante, la misma fue reemplazada en agosto de 2014 por la Operación Barkhane, en colaboración con diversos países de la región entre los que destacan: Níger, Burkina Faso, Mauritania, Chad y el propio gobierno maliense. Esta alianza internacional busca contener el avance del yihadismo en el África occidental como una amenaza que está condicionando la estabilidad continental.

Ante las recientes experiencias de Malí y el impacto de Boko Haram, el surgimiento y expansión de grupos fundamentalistas en el África ha dejado de ser una amenaza potencial para convertirse en una latente preocupación para los gobiernos por el avance territorial, así como por las repercusiones generadas en el seno de las sociedades donde ejecutan sus prácticas terroristas. La proliferación de grupos armados en el continente -especialmente en el norte, este y oeste- donde destacan: Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, de origen Argelino, el cual tiene como espacio operativo Argelia, Malí, Mauritania, Túnez, Libia y Níger, así como Boko Haram, que esta diseminado por Nigeria, Chad, Níger y Camerún, al otro extremo del continente Al Shabaad, el cual se mueve en Somalia y Kenia, a los que se suma Ukbalbn Nafaa que se encuentra en Túnez, son claras amenazas que estan incidiendo en el ritmo respiratorio de las sociedades que se encuentran en zonas que se mantienen bajo su control.  Estos grupos radicales que han instrumentalizado al Islam estan condicionando de forma extraordinaria la política internacional, al tiempo que se convirtieron en el objetivo de guerra declarado de la comunidad internacional por los riesgos que supone para la estabilidad global. 

En definitiva, las respuestas serán contundente por parte de los poderosos para contrarrestar el avance del terrorismo como enemigo no convencional, donde países como Francia se han comprometido con la erradicación del fenómeno, más aún después del atentado en París que dejó 130 víctimas el 13 de noviembre de 2015. De esta forma, Malí está siendo respaldada por el gobierno francés, a los que se ha sumado España y Alemania que pretenden detener el avance de la yihad en el continente en general.
- Fecha de publicación: 09 Dec 2015
- Publicado por: CEAA

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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