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El yihadismo ataca a Burkina Faso

Desde el derrocamiento de Blaise Compaoré  en octubre de 2014 luego de 27 años en la presidencia, Burkina Faso ha estado sumergida en un ambiente de tensa calma por las fuerzas internas que amenazan al país. A partir de entonces y hasta fechas recientes la escena nacional es presa de la inestabilidad, al punto que fueron varios los golpes de Estado que se dieron comandados  por militares en repetidos intentos por obtener el poder. Con la deposición de Compaoré el 1 de noviembre de 2014, asumió la conducción del  nuevo gobierno Isaac Zida, perteneciente al Alto Mando Militar quien se había disputado la Jefatura del Estado con Honoré Traoré, desistiendo este último luego de intensas negociaciones. Sin embargo, el poder le fue delegado al presidente interino Michael Kafando, político de dilatada trayectoria, el 18 de noviembre de 2014, encargado de pilotear  la transición hasta el llamado a elecciones. No obstante, el 17 de septiembre de 2015 la escena nacional fue sacudida por el general Gilbert Diendéré,  quien dirigió una insurrección que pretendía destituir al gobierno interino, siendo restablecido el orden al igual que el presidente días posteriores.

A pesar de los retos sorteados que han buscado disgregar las estructuras estatales, el 29 de noviembre de 2015 el pueblo burquinabé asistió a las urnas electorales  con la esperanza de contribuir en la edificación del país, azotado por una pobreza estructural que toca al grueso de la población. Así, la contienda estuvo dominada por dos candidatos, Roch Marc Christian Kaboré del partido Movimiento del Pueblo para el Progreso y Zéphirin Diabré, presidente del partido Unión para el Progreso y el Cambio, resultando electo el primero, asumiendo el sensible reto de reorganizar al país en los diversos ámbitos, al igual que canalizar y mediar con las fuerzas centrípetas que amenazan la estabilidad. Ello significó que después de casi tres décadas de hegemonía unipartidista del Partido para la Democracia y el Progreso, encabezado por el derrocado presidente Compaoré, asume un gobierno civil en un traspaso de poder transicional respaldado por el mutuo acuerdo de las partes. 

No obstante, el nuevo gobierno fue recibido con un ataque terrorista y una toma de rehenes en el Hotel Splendid,  en la capital Uagadugú el 16 de enero del año en curso, donde se alojaban diplomáticos y extranjeros, el cual dejó el saldo negativo de 26 víctimas entre los que se encontraban los cuatro atacantes, siendo el  primer atentado de tales proporciones. En la liberación de las personas intervinieron tropas francesas y militares burkineses, que contribuyeron en el rescate de otras 26 personas secuestradas en el vecino Hotel Cappuccino. El atentado fue reivindicado por el grupo radical Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, de origen argelino, el cual tiene como espacio operativo Argelia, Malí, Mauritania, Túnez, Libia, Níger y ahora Burkina Faso, argumentando que el mismo iba dirigido como "venganza a Francia y a todos los infieles occidentales".

Este hecho forma parte de un cuadro general que tiene como blanco al gobierno francés y aquellos países donde la intervención gala en la lucha contra el terrorismo internacional es abierta, especialmente sus ex colonias en África occidental. El antecedente inmediato de este tipo de acciones lo ofreció Malí el 20 de noviembre de 2015 en el hotel Radisson Blu dejando un saldo de 27 víctimas fatales, cuyo atentado fue asumido por la secta fundamentalista Al-Mourabitoune, sucursal de Al Qaeda en África occidental.

África en los últimos años se ha convertido en terreno fértil para la proliferación de grupos que han instrumentalizado el Islam, lo cual ha significado que los países que son presa de este fenómeno se sumerjan en una creciente inestabilidad que deja al descubierto las debilidades estatales ante la falta de acciones contundentes de los gobiernos. En este sentido, son varios los grupos insurgentes que amenazan con socavar la estabilidad en diversos puntos  del continente, entre los que podemos destacar: el mencionado Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), que opera en Argelia, Malí, Mauritania, Túnez, Libia y Níger y recientemente Burkina Faso, el propio Al-Mourabitoune que surgió en 2013, ocupando Malí, Níger, Argelia y Libia,  así como Boko Haram, que ha logrado expandirse más allá de Nigeria  llegando a Chad, Níger y Camerún, mientras que al otro extremo del continente se encuentra Al Shabaad, el cual mantiene en jaque a Somalia y Kenia.

Todo lo anterior indica que los retos en temas de seguridad para los países africanos son de grandes proporciones por las repercusiones que está generando en el seno de las sociedades africanas afectadas, todo lo cual se ha traducido en desplazamientos forzados y asesinatos, realidades que marcan el ritmo respiratorio de los pueblos afectados.  
- Fecha de publicación: 28 Jan 2016
- Publicado por: CEAA

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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