El pasado 11 de marzo 2016, se conmemoraron cinco años del gran terremoto del este de Japón, catástrofe natural con numerosas consecuencias que aún enfrenta el pueblo nipón.

Hoy en día, el gobierno japonés evalúa cada aspecto del terremoto y posterior tsunami que afectó la costa noreste, 2.500 personas siguen desaparecidas tras el fuerte movimiento telúrico y posterior tsunami de 2011, 16.000 personas fueron declaradas muertas, sumando las cifras mencionadas se eleva el número de posibles víctimas mortales a 18.000.

Los sentimientos encontrados de los familiares aun están presentes, no se pierde la esperanza de encontrar los cuerpos de sus seres queridos. Vale mencionar el testimonio de Chikara Yoshida de 81 años: "Algunas personas me preguntan, ¿realmente quieres aferrarte a esto para siempre?"  Su hijo, un bombero voluntario de 43 años, murió cuando trataba de ayudar a los residentes ancianos a escapar. Respondió: "Pero ahora que me acerco al fin de mi vida, quiero traerlo de regreso de cualquier manera que pueda. No importa qué pedazo de él regresa. Entonces puedo finalizar mis días". Palabras como estas de una madre, padre, hermanos, amigos sobrevivientes de las zonas afectadas, hay miles, y nos llevan al deseo máximo de lo que significa ser "humano" ante las tragedias que se enfrentan.

De modo similar, las solicitudes por Facebook este año 2016 para reanudar las labores de búsqueda ha sido de 28.140 firmas en Japón y el exterior en tan solo tres semanas. Al respecto, la guardia costera de la zona de Rikuzentakata inició las búsquedas submarinas, área por cierto donde se acumulan gran cantidad de objetos, así como en diversos lugares, los resultados en el rescate de cuerpos no fueron positivos, tan solo una bicicleta pudieron recuperar.

Una bicicleta que pedaleó con la vida por mucho tiempo, una bicicleta que emergió de las oscuridades del mar, una bicicleta que se convertirá en símbolo de una tragedia para los pobladores de las distintas regiones afectadas, una bicicleta que trajo un mensaje ya conocido en Japón: "Hay que mirar muy arriba para evitar derramar las lágrimas". Tal como lo expresaron en 1961 en una ocasión: Rokusuke Ei y Hachidai Nakamura en su canción conocida por el mundo como: Ue o muite aruko  o Camino mirando arriba (Sukiyaki).

Nuestra solidaridad al pueblo de Japón.