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Discursos de Barak Obama y Shinzo Abe: Hiroshima, 27 de mayo 2016.



Ha transcurrido más de un mes de la visita histórica de un Presidente estadounidense en ejercicio a la ciudad de Hiroshima, lugar objeto del primer bombardeo nuclear en la historia de la humanidad. Consideramos importante para los analistas de la historia y en el ámbito de las relaciones internacionales, tener en cuenta la naturaleza de los discursos y significación en cada parte expresada en dichas palabras por los Jefes de Estado.

El primer acto de ese atardecer, fue la visita al Museo Conmemorativo de la Paz. Los organizadores de su agenda consideraron suficiente solo 10 minutos de visita, aspecto errado, ya que en ese lugar se registra todos los efectos de la radiactividad generada por la bomba atómica americana,  que afectó a más de 166.000 víctimas aproximadamente. Cada etapa y secuela de la explosión nuclear está respaldada con análisis, objetos, réplicas de las quemaduras extremas vividas y testimonios gráficos. No olvidemos las estimaciones instantáneas de la temperatura en el momento de la explosión, la misma se elevó a más de un millón de grados centígrados, lo que incendió el aire circundante, creando una bola de fuego de 256 metros de diámetro aproximadamente. En menos de un segundo, la bola se expandió a 274 metros (Datos aportados por  The History of Hiroshima. Inmediate aftermath.)

El segundo acto, implicó caminar junto al Primer Ministro japonés desde el museo hasta el Memorial de la Paz y dar un discurso. En esta intervención la ambigüedad hizo acto de presencia, por ejemplo: “Hace 71 años, una mañana clara, sin nubes, la muerte cayó desde el cielo y el mundo cambió”, no asumiendose responsabilidad, mucho menos sentido histórico de la responsabilidad del gobierno que lanzó la bomba. Mencionar vagamente en su alocución el recuerdo genérico de las víctimas de la Segunda Guerra, Mundial sin tocar para nada qué les pasó a los sobrevivientes conocidos como hibakusha, sin duda alguna que representó una gran frustración, ante la carencia de ética y moral en el actuar de un “Premio Nobel de la Paz”.

El tercer acto posterior a los discursos, fue el inevitable saludo a solo dos de los hibakushas, de un grupo mayor que estuvieron presentes y que no recibieron el gesto de la mano o un abrazo. Sunao Tsuboi, de 91 años y presidente de una de las principales asociaciones de hibakusha fue el primero en intercambiar varias frases, ambos estuvieron sonrientes, el activista de la desnuclearización, comentó luego a la prensa que en su breve conversación con el líder de la primera potencia mundial, éste dijo: “Pude expresarle mis opiniones. Le dije que estudie exactamente qué son las armas nucleares, pero también le di la bienvenida. Su discurso de Praga sigue vivo”.

Shigeaki Mori, de 79 años fue el segundo hibakusha en saludar al presidente Obama, solo un abrazo, no pudo contener las lágrimas el japonés (¿cuántos miles de recuerdos, sufrimientos se activaron en su mente en ese instante?). El momento más humano de todo este acontecimiento del 27 de mayo donde Obama tuvo que afrontar una dimensión de la guerra 71 años después.

¿Hubo satisfacción por parte de la reacción de Obama en Hiroshima?
¿Hubo un avance en el proceso de reconciliación entre Estados Unidos y Japón?
El 6 de agosto próximo se conmemorarán 71 años del lanzamiento de la bomba atómica en la ciudad de Hiroshima, las heridas emocionales aún están vivas, no han sanado por la falta de voluntad política de Estados Unidos y el orgullo del vencedor. Tal como lo indicó en sus palabras el primer ministro Shinzo Abe, estamos en “el comienzo de un nuevo capítulo en la reconciliación de Japón y de EE.UU ”.
En el libro de invitados al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, Obama escribió: “Hemos conocido la agonía de la guerra. Encontremos la valentía, juntos, de esparcir la paz y buscar un mundo sin armas nucleares”.

Los ciudadanos japoneses y los ciudadanos del mundo aspiramos que esta mínima experiencia de Obama y la de futuros presidentes norteamericanos que vayan a visitar a Hiroshima o Nagasaki, no se olvide en el tiempo, y así avanzar acertadamente por un mundo sin armas nucleares.

Si hay olvidos intencionados en el tiempo gracias a los poderosos intereses de Estado, el Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima y los hibakushas como testigos del horror serán la referencia para la solidaridad en la memoria de la humanidad, y en consecuencia, mostrarán de una conciencia viva de lo que el mundo no debe olvidar jamás.

Se ha avanzado, y tal como lo ha expresado otra hibakusha, Shozo Kawamoto, de 82 años: “No hace falta que Obama se disculpe. El hecho de que venga, y conozca lo que pasó, ya es importante. Todos los líderes del mundo con capacidad de declarar una guerra deberían pasar por Hiroshima”.
Curar las heridas no pasa por el silencio obediente, es un deber sostener el derecho de denunciar los males de las guerras y en especial el uso de armamento nuclear. Un proceso de reconciliación demanda un trabajo conjunto para enmendar las injusticias del pasado.

Ver en PDF los discursos mencionados.
- Fecha de publicación: 07 Jul 2016
- Publicado por: CEAA

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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Universidad de Los Andes, Mérida - Venezuela