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Sudán del Sur: Un conflicto interno por el poder.



“Este es el momento de reforzar masivamente la acción de las Naciones Unidas. Cuando un gobierno no puede o no quiere proteger a su pueblo, y cuando la intención de las partes beligerantes parece concentrarse más en enriquecerse y empoderarse a expensas de su pueblo, la comunidad internacional tiene la responsabilidad de actuar.”

Declaraciones sobre la situación en Sudán del Sur formuladas por Ban Ki-Moon, Secretario General de las Naciones Unidas, el 11 de julio de 2016.

Lograda la independencia en el 2011 de Sudán y el pleno reconocimiento por la comunidad internacional, Sudán del Sur ha heredado una serie de situaciones que han hecho de la realidad nacional un escenario de confrontación que se ha traducido en un paisaje dominado por la violencia y el crecimiento del número de desplazados como consecuencia del conflicto interno que vive este joven país. El punto de inflexión de esta crisis estuvo dado por el intento de golpe de Estado en 2013 por el entonces vicepresidente Riek Machar, perteneciente al grupo étnico dinka, siendo destituido de forma inmediata por el presidente Salva Kiir, quien pertenece a la etnia nuer, lo que ha desencadenado una carrera por el poder marcada por la efervescencia étnica que se ha hecho sentir con fuerza  causando una enorme sangría a la población sur sudanesa.

Ante el avance de la violencia por parte de ambos líderes, organismos humanitarios se han mantenido en permanente alerta con la finalidad de servir de mediador, es así como para brindarle ayuda a la población más vulnerable representada por mujeres y niños. En este sentido, durante el 2015 el Gobierno y la oposición convinieron en la firma de un acuerdo de paz que incluiría la incorporación de los rebeldes al ejército nacional y en abril de ese mismo año se sentarían las bases para la conformación de un gobierno de coalición que tendría como finalidad el fin de la confrontación.

El frágil hilo del que se sustentaba el alto al fuego resistió un año, donde las hostilidades entre ambas facciones volvieron a ser noticia, generando serias preocupaciones  por la intensidad de los combates entre las fuerzas del Estado y los rebeldes, violando los acuerdos firmados el año pasado. A mediados del mes de julio del año en curso, las cifras de bajas superaron los 300 muertos y más de 10.000 desplazados, lo cual llevó a este conflicto adquirir una nueva proporción, agudizando la crisis estructural que vive el país en todas las dimensiones. Este nuevo brote de violencia se produce luego de la falta de compromiso del líder opositor Machar para que sus combatientes formen parte de las fuerzas de seguridad del país como un primer paso hacia el establecimiento de una paz duradera. Ante la creciente inestabilidad que reina en el país, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon ha pedido un embargo de armas a Sudán del Sur para evitar la expansión de la violencia, señalando: “que el mundo no puede permitir que Sudán del Sur regrese a la guerra civil y que la comunidad internacional debe hablar con una sola voz”.

Los combates se han llevado a cabo en las inmediaciones de la Misión de las Naciones Unidas para Sudan del Sur (UNMISS), donde se ha denunciado que dentro de las víctimas se encontraban cascos azules ruandeses y chinos, lo cual ha sido condenado por este organismo. La crisis que vive el país  ha sido uno de los principales motivos en el incremento del número de desplazados, donde según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), hay más de 450.000 refugiados de Sudán del Sur en: Etiopía, Uganda, Sudán del Norte y Kenia, más de 1,2 millones de personas desplazadas internamente. Adicionalmente, los emigrantes que llegan a los países vecinos están en condiciones delicadas, producto del agotamiento y los traumas  por los sucesos que les han obligado a huir ante la falta de seguridad alimentaria, atención sanitaria y la permanencia bajo la sujeción de un Estado minado institucionalmente.

En definitiva, la viabilidad y consolidación nacional en este incipiente país estará garantizada en la medida en que sean respetados los acuerdos de paz entre los líderes  en disputa o cualquier discordia que surja de la etnicidad politizada; lo que permitirá  dar respuestas oportunas a un conjunto de elementos inherente a la gobernabilidad, entre los que destacan: fortalecimiento del aparato estatal, construcción de las bases  para un pacto político supervisado por la Unión Africana y Naciones Unidas. La resolución de los problemas en la definición de las fronteras aún pendiente con Sudán del Norte, mejoramiento de los servicios públicos básicos e infraestructura, la puesta en marcha de una Constitución, mecanismos de control en la corrupción y eliminación de la pobreza que perjudica al grueso de la población. Los ingresos, según cifras del Banco Mundial, ha bajado de la categoría de países de ingresos mediano-bajo a países de ingreso bajo, respaldado por el estancamiento de la industria petrolera nacional. Entre otros aspectos de interés que permitan dar pasos firmes hacia la instauración de un orden duradero que sobrepase cualquier pretensión personalista civil o militar.
- Fecha de publicación: 21 Jul 2016
- Publicado por: CEAA

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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