Cada día oíamos el sonido de vuestras voces,
¡libertad a los presos políticos!
Escuchábamos vuestros cantos, ¡libertad a mi pueblo!
Al oír este grito estimulante y vibrante de inquietud humana
supimos que seríamos libres.
Nelson Mandela. Discurso en la Catedral de Uppsala, Suecia 13.3.1990
El 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela es liberado, quedó atrás la huella psíquica y sin olvido de veinte siete años y medio de cárcel. Salió caminando con el puño en alto como símbolo de victoria. Iniciando con ello otra etapa de lucha en Sudáfrica por el largo camino hacia la libertad y justicia plena.
La prisión representó para Mandela la reformulación de la cosmovisión de la vida como ser humano y como líder de su pueblo. En las cárceles de Pollsmoor, Robben Island, según Víctor Verster, hubo reflexiones, rehabilitación, reputación, resistencia, rutina, soledad, sueños, sufrimiento, trabajos forzados, unidad, escasos visitantes, humillaciones, promesas, propósitos, cantos, carceleros, camaradas, solidaridad de su patria y el mundo por la puesta en libertad de él y su compañeros; hubo estudios universitarios a distancia y lecturas intensas, también la idea de fuga, trabajó los jardines, sembró tomates y distintas hortalizas, limpió baños, formó parte del apoyo solidario de la gente presa, sentimientos de angustia y profundas depresiones por las muertes de su madre e hijo, el permiso negado por la dictadura del apartheid, muchas lágrimas ante la impotencia, por las masacres y represiones de las que eran víctima su pueblo.
El mundo fue testigo de los primeros pasos en libertad del mítico prisionero que no había sido visto por más de un cuarto de siglo, un Mandela con sonrisa y mirada sin rencor salió a la calle con el puño una y otra vez en alto, reiterando el mensaje que los triunfos en la vida no son producto del azar sino de la constancia en los ideales sólidos por el cual se combaten dignamente en esta vida.
¡Cuánta falta hace levantar ese puño una y otra vez en la clase política actual sudafricana! ¡Cuánta rectificación es necesaria en las políticas públicas para equilibrar el interior de la democracia multirracial en Sudáfrica! ¿Reflexionarán las elites del poder en Sudáfrica sobre los ideales de lucha y los miles de muertos en el período del régimen racista? ¿Habrá rectificaciones al interior de las organizaciones políticas para enfrentar los estrabismos del poder en el gobierno de Jacob Zuma?
¿Hacia dónde va Sudáfrica en sus primeras décadas democrática con estos puños que se levantan en alto? .