Esta fecha rememora la fundación de la Organización de la Unidad Africana (Unión Africana desde 2002) en 1963, en la ciudad de Addis Abeba (Etiopía). Siendo su antecesora la Unión de Estados Africanos surgida en 1958, la ahora Unión Africana surgió en plena efervescencia independentista agrupando a 32 líderes africanos de cara a los retos inmediatos que enfrentaba el continente hacia la plena descolonización,dando énfasis en lazos de solidaridad, así como la cooperación internacional entre los nuevos Estados.
Tras el cambio que asumió la institución en el 2002, los mandatarios africanos buscan dejar como parte de un pasado reciente, las viejas confrontaciones entre progresistas y moderados que fue su momento el condicionante hacia una plena integración continental que permitiera enfrentar los problemas estructurales que se heredaron luego del deslinde del dominio colonial. Como parte de esta nueva dinámica, áfrica en las primeras décadas del siglo XXI viene dando pasos hacia la progresiva ruptura que supuso la carga de los estereotipos y que en el ámbito económico se tradujo en un afropesimismo muy característico desde mediados de la década de los setenta hasta finales del siglo pasado.
En los últimos años, de una deslucida imagen se ha pasado a un abierto afro-optimismo como consecuencia de los logros que está mostrando la región en los diversos frentes: desde el progresivo decaimiento del partido único y la consecuente apertura de las escenas políticas nacionales, los derechos humanos, hasta lograr cifras de crecimiento económico manifiesto en el alza del PIB: 1,3% (2016), 2,4% (2017) con proyecciones de 3,2% (2018) y 3,5% (2019), según el Banco Mundial. Todo ello será posible en la medida en que los precios de los productos básicos se estabilicen y la demanda interna cobre mayores espacios.
Todos los 25 de mayo la Unión Africana (UA) como órgano supranacional hace un alto en el camino para revisar los derroteros del continente en los últimos años. Por ello, se busca destacar sus logros y desafíos como parte de las transformaciones que se vienen operando para detectar áreas de oportunidades. Los temas para el debate son elegidos por la Unión Africana, siendo la prioridad hacer balances a corto, mediano y largo plazo en todas los frentes que permita el fomento del desarrollo atendiendo a las propias potencialidades que ofrece el continente. En los últimos años, los ejes abordados han sido: Towards a United, Peaceful and Prosperous Africa (2009), Hagamos realidad la paz (2010), Acelerar la autonomización de los jóvenes para el desarrollo sostenible (2011), Pan-Africanism and African Renaissance (2013), Agricultura y seguridad alimentaria (2014), Día de áfrica (2015). Los Derechos Humanos, con Especial Atención a los Derechos de la Mujer (2016), Harnessing the Demographic Dividend through investments in Youth (2017), entre otras importantes líneas de acción.
En el año 2018 el tema seleccionado fue la integración económica, y para ello se tomó como referente la Zona de Libre Comercio Continental (ZLEC) que nació de la reunión sostenida en Ruanda (21-03-2018) y respaldada por 44 de 55 Estados. Los países que no se sumaron son:Benín, Botsuana, Burundi, Eritrea, Guinea Bissau, Lesotho, Namibia, Sierra Leona, Zambia, además de Nigeria y Sudáfrica (las dos mayores economía), lo que representa dos ausencias significativas. Dentro de los objetivos que se propone este ambicioso proyecto es derribar las barreras aduaneras y crear un verdadero mercado continental, así como darle coherencia institucional que permita la puesta en marcha de los planes trazados.
Con la puesta en escena de esta nueva modalidad de integración se busca revivir los postulados que guiaron la lucha de liberación nacional bajo figuras como Kwame Nkrumah o Haile Selassie (para los casos de Ghana y Etiopía), donde una áfrica unida era la prioridad central.
A nivel del continente se están generando procesos de cambios en los diversos ordenes, que van desde lo político (ya que los golpes militares siguen perdiendo legitimidad como una de las vías rápidas hacia la toma del poder), hasta transformaciones económicas impulsadas por una creciente clase media en expansión que necesita estabilidad y sobre todo paz para lograr su consolidación, y superar la fragmentación con el fin de lograr un mayor diálogo inter-africano de cara a los retos del siglo XXI, llamado a ser el siglo de áfrica.