Las cifras de los afectados por las consecuencias del cambio climático son alarmantes.

Según datos de la ONU el 90% de los habitantes del planeta respira aire contaminado, los pobres siguen siendo los más afectados. Alrededor de 7 millones de personas mueren al año debido a la exposición a las partículas de aire contaminadas que penetran  en los pulmones afectando no solo el sistema respiratorio, sino también el sistema  cardiovascular.

Más del 90% de esas muertes ocurren en países de bajos y medios ingresos en regiones como el Mediterráneo oriental, Europa (países como Francia y  España están siendo afectados con el aumento del nivel del mar) y las Américas, pero nadie escapa de esta amenaza. (Datos de la Organización Mundial de la Salud- OMS).

No garantizar el aire limpio constituye una violación a los derechos de la vida, la salud y el bienestar, así como el derecho a vivir en un entorno saludable, como está contemplado en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

La naturaleza cuenta con la capacidad de auto–responder  a las amenazas producto de la crisis climática. La contaminación del aire es originado por los gases de efecto invernadero (GEI) entre los que se encuentran el monóxido de carbono (CO2), Metano (CH4),  Óxidos DE Nitrógeno (NOx), Ozono (O3), Clorofluorocarbonos (CFC) entre otros.

Quienes tienen la función de absorber estos gases contaminantes en el ambiente son los árboles, actuando como filtro natural. Ellos absorben el gas que se encuentra en  el ambiente y lo acumulan en sus hojas y su estructura. Cuando hay tala de árboles los gases se dispersan nuevamente a la atmósfera, causando mayor contaminación. Es debido a ello no talar bajo ningún aspecto, ya  que se contribuye al aumento de la temperatura.

Un mundo más verde por vegetación arbórea es una de las soluciones más económicas ante la crisis climática global a la que somos víctimas a causa de nuestro propio estilo de vida.

Sobre esto, un estudio reciente realizado por la NASA y publicado en el mes de febrero del año 2019, resultado de una investigación  de dos décadas se compararon imágenes satelitales  evidenciando el aumento del follaje. De igual modo, se observaron además  mayores zonas verdes en regiones que son altamente vulnerables como los espacios del relieve de China y la India.

Este verdor obedece a dos factores: El primero, el aumento de las zonas de cultivo en la India. Dicho proyecto, forma parte de los planes gubernamentales que permiten el fortalecimiento de la seguridad alimentaria. El riego permite que zonas anteriormente  vistas como desérticas ahora sean verdes, pero por otro lado estos cultivos no absorben los gases de efecto invernadero y por ende no ayudan a la disminución de las temperaturas.

El segundo factor es la transformación de ecosistemas con el aumento de áreas boscosas en China, como lo es  la Gran Muralla Verde en el Desierto de Gobi iniciado en el año 1978 que forman parte de los proyectos ecológicos más grandes de este país asiático. Se tiene proyectado una siembra aproximada de 66.000 millones de árboles en la parte norte del país, en la frontera con Mongolia (Datos de la revista The Economist). Se prevé que al finalizar el proyecto en el año 2050 más de 100.000 millones de árboles serán plantados en un área de 4.1 millones de km2. La Administración Forestal Estatal de China asegura que la cobertura forestal en las áreas amenazadas pasó de 5.05% en 1977 a 12.4% a fines de 2012.

Este es un gran paso para recuperar lo perdido y hacer posible el cumplimiento de los acuerdos globales en materia de ambiente, puesto que ya es evidente el gran cambio en la política de China en el respaldo de los acuerdos climáticos y la incorporación a  programas que ayuden a cumplir la meta establecida en el Acuerdo de Paris realizado en el año 2015.