Reafirmadas las independencias entre la década de 1950-1960, la preocupación de los líderes africanos fue hilar una estrategia de unión que le permitiera hacer frente a los diversos desafíos que se advenía luego de la ruptura colonial. En este sentido, fue la Organización de la Unión Africana fundada en 1963 (Unión Africana desde 2001), la encargada de reunir a los nacientes Estados con miras a fortalecer los logros después de la descolonización. Desde entonces, el debate académico y político se ha centrado en explorar  posibilidades concretas que permitan dar con una verdadera integración como vía que permita conectar al continente al interior, explorando áreas de oportunidades y con ello reducir las diferencias ideológicas y comerciales que han retardo este objetivo.

Con el propósito de concretar los planes de una equitativa integración en los diversos frentes, en mayo de 2018 se materializó la propuesta de una Zona de Libre Comercio continental. Una de las primeras reuniones se celebró en Kigali, Ruanda donde 44 países firmaron el acuerdo en primera instancia, mientras que los países restantes lo hicieron en febrero de este año y recientemente Nigeria, en Niamey, la capital de Níger. De los primeros países en depositar los instrumentos de ratificación fueron Kenia y Ghana luego de la aprobación de sus parlamentos.

La puesta en marcha de este tratado -de lo más significativo a nivel continental desde la creación Unión Africana-, y luego de cuatro años de fuertes negociaciones,  pretende reducir las barreras comerciales entre todos los países miembros desde el momento de su puesta en funcionamiento para el 2020. La importancia de este mercado yace esencialmente en que vincula a 55 países, con una población de 1200 millones de personas, esperándose un crecimiento promedio de 3,1% para el año en curso y de 3,6% en el periodo 2019-2020, según el Banco Mundial (BM). Este crecimiento es  moderado y desigual, siendo una de las metas tejer un mercado común africano, sin barreras para bienes y personas delinear la senda del desarrollo de forma conjunta.

Dentro de los objetivos que se han planteado los Jefes de Estado se encuentran: 1) aumentar el comercio intraafricano; 2) menor dependencia del exterior; 3) fortalecer la industria y el tejido productivo continental; 4) mejorar el transporte, y 5) superar la desconfianza entre los países. Respecto al primer punto, la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas, estima que el acuerdo aumentará un 52 % el comercio intraafricano  para 2022. En cuanto al derribamiento de las barreras y aranceles, las mismas irán desapareciendo conforme cada país flexibilice las respectivas legislaciones con miras a obtener resultados concretos desde el momento en que el acuerdo se reafirme.

En definitiva, África en el siglo XXI se ha volcado sobre sí misma con un planteamiento definido: hacer del desarrollo económico una realidad tangible con miras a superar el afro-pesimismo del que había sido presa hasta el siglo pasado.  En un sistema económico mundial amenazado por guerras comerciales, los líderes africanos han apostado por la integración continental como el mecanismo ideal hacia la superación de las diferencias que hasta ahora han condicionado la unión continental.