El pasado domingo 21 de julio se efectuaron en Japón las elecciones de la Cámara Alta (sangiin) del Parlamento, en las cuales el Partido Liberal Democrático (PLD) cuyo líder es el primer ministro Shinzo Abe, y su aliado político el grupo budista Komeito, partían como favoritos para obtener la mayoría según los diversos sondeos. Dichas elecciones planteaban diversos escenarios que marcarán el rumbo de los próximos años.

Uno de ellos era la necesidad de obtener los dos tercios en la Cámara Alta para realizar la reforma a la Constitución, específicamente al artículo 9, el cual prohíbe a Japón entrar en guerra con otro Estado y que su ejército tenga un gran potencial militar. Al conocer los resultados, efectivamente la coalición que lidera Abe obtuvo la victoria. Sin embargo, no alcanzó el número de escaños suficientes para impulsar la reforma constitucional ya que obtuvieron 81 escaños al combinarlos con los que no estaban en disputa dan un total de 160, quedando por debajo de los 164 necesarios en la cámara para proponer la enmienda a la Constitución, que debe ser aprobada por las dos cámaras y luego sometida a referéndum, actualmente poseen el número de votos requerido en la Cámara de Representantes (Baja), pero no en la Alta.

Quedarán por ver las negociaciones de la coalición gobernante con la oposición para impulsar la enmienda, prevista para el próximo año 2020. Recordemos que las elecciones a la Cámara Alta (o sangiin) se celebran cada tres años y, tras una reforma del año pasado, en esta ocasión se eligieron 124 de los 245 escaños (para el 2022 aumentará la misma a 248 escaños).

Un aspecto a destacar ha sido la baja participación en los comicios, casi alcanzó el 50%, alrededor de 5% menos que en las elecciones de 2016, la participación ha sido la segunda más baja registrada desde el 44.5% en 1995. En este sentido, no es descartable revisar las incidencias que hayan tenido los otros temas controversiales de la campaña por ejemplo: A) El relacionado al sistema público de pensiones tras el informe presentado este año en el Parlamento haciendo referencia a que los ancianos podrían necesitar enormes ahorros para complementar sus pensiones, rechazado por el gobierno; B) La decisión gubernamental de aumentar a partir de octubre el impuesto al consumo del 8% al 10% y  C) El aumento de las fricciones con Corea del Sur tras la imposición de barreras a las exportaciones de materiales de alta tecnología por parte de Tokio.

No podemos dejar pasar por alto que estas elecciones fueron las primeras luego de la reforma electoral de mayo del año 2018 cuando se aprobó la Ley (no vinculante) para la Promoción de la Igualdad de Género en Política o Ley de Paridad Japonesa, con la finalidad que los partidos presenten el mismo número de candidatos y candidatas. Las elecciones arrojaron un número récord de mujeres postuladas con 104 y también de las que obtuvieron escaños en la Cámara Alta con 28 mujeres. Sin embargo, si vemos la proporción de candidatas que obtuvieron escaños en las elecciones fue aún baja, alrededor de un 26%, lo que deja muchas deudas de cara al futuro acerca de la representación de las mujeres en la política japonesa. Por supuesto, queda por ver el desenvolvimiento de temas álgidos tales como: la desigualdad de género, la brecha salarial entre hombres y mujeres y los problemas del empleo no regular.

Al respecto, el gobierno del primer ministro Shinzo Abe se ha comprometido para el próximo año, a elevar al 30% la proporción de mujeres en posiciones de liderazgo en la sociedad, es posible que veamos mayor número de mujeres en actividades de legisladores, gerentes corporativos y profesores.