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Declaración de paz. Ciudad de Nagasaki. 9 de Agosto de 2019

Cierren sus ojos y escuchen

Brazos y piernas por miles desparramados
Entrañas que se derraman
Cuerpos cubiertos de gusanos
Los vivientes buscan a sus seres queridos
Encuentran sólo cadáveres y los incineran
Sube al cielo el humo de seres humanos quemados
La sangre inocente se derrama y tiñe de rojo el Río Urakami
Por fin terminó la guerra, quedan las cicatrices
Sin embargo...
Mamá y papá ya no están
Mi hermano y mi hermanita tampoco volverán
El hombre es débil y se le olvidan las cosas enseguida
Por eso repiten los mismos errores
Sin embargo...
No debe olvidarse nunca de lo que aquí ocurrió
Lo que aquí ocurrió nunca jamás se permitirá repetir
Pase lo que pase...


Es una poesía escrita por una chica de 17 años a la que, a las 11 horas y 2 minutos de la mañana del 9 de agosto de 1945, se le arrebató su familia quedando ella gravemente herida a causa de la explosión de la bomba atómica. Sus palabras expresan el ardiente anhelo de que ni ella ni ninguna otra persona en el mundo vuelvan a probar esa tragedia.

La bomba atómica nació de manos humanas y fue lanzada sobre seres humanos. Precisamente por eso, la voluntad humana es capaz de eliminarla. Esa voluntad anida, sin sombra de duda, en el corazón de cada uno de nosotros.

Hoy día, en lo que respecta a las armas nucleares, la situación mundial es extremamente peligrosa. Resurge y crece la tendencia de afirmar, sin más, la utilidad de las armas nucleares, y EE.UU. se propuso desarrollar aparatos nucleares compactos y de fácil manejo. De su parte, Rusia ha anunciado el desarrollo y despliegue de nuevas armas nucleares. El Tratado INF (Intermediate-range Nuclear Forces) sobre la eliminación de misiles de alcance intermedio, que cesó la carrera armamentista de la guerra fría, está a punto de ser rechazado. El nuevo Tratado START (StategicArmsReductionTreaty) para la reducción del arsenal nuclear mundial corre el riesgo de ser suspendido. Desgraciadamente, los esfuerzos continuados de la humanidad para eliminar las armas nucleares se están desmoronando y el riesgo de su uso es cada vez más amenazador.

¿Será en vano la ingente súplica de las víctimas de la bomba atómica para que, "¡Nunca, jamás¡" se repita el infierno viviente de los artefactos nucleares en el mundo?
¡No lo será¡ En las Naciones Unidas, en los gobiernos y consejos regionales de innumerables países, pero sobre todo en la sociedad civil empezando por las víctimas de la bomba atómica, hay muchísimas personas que comparten ese ideal y alzan solidariamente su voz.

Sabemos por experiencia que el acúmulo de pequeñas voces de la sociedad civil tiene la fuerza de mover al mundo. La detonación de una bomba de hidrógeno en el Atolón de Bikini en 1954 provocó protestas públicas en todo el mundo, y culminó eventualmente con un tratado de prohibición de pruebas nucleares. De igual manera, la actuación de miembros de la sociedad civil fue fundamental para la aprobación del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares de hace dos años. Aunque sea verdad que lo que uno puede hacer es muy poco, no es lo mismo que no hacer nada porque siempre podemos hacer algo.

Por lo tanto, hago aquí un llamamiento a todos los miembros de la sociedad del mundo.
Transmitamos la experiencia de la guerra y de la bomba atómica a las generaciones futuras. Concienciarnos de las consecuencias de la guerra es un gran paso adelante para la consecución de la paz.

Sigamos edificando relaciones de mutua confianza con personas más allá de las fronteras geográficas de nuestros países. Crear progresivamente pequeños lazos de confianza es además una forma eficaz de prevenir las guerras provocadas por la discordia entre las naciones.

Sigamos cultivando en nuestros niños la importancia de solidarizarse con el sufrimiento ajeno. De este modo sembraremos los cimientos de la paz en sus corazones.

Es mucho lo que podemos hacer por la paz en el mundo. No nos demos por vencidos, no nos quedemos indiferentes, empeñémonos diligentemente en fomentar una "cultura de la paz". Clamemos que no necesitamos en absoluto las armas nucleares. Estoy plenamente convencido de que ese es el gran papel que nosotros, ciudadanos corrientes, podemos desempeñar.

A vosotros, líderes de las naciones de todo el mundo, os exhorto a visitar el lugar devastado por la bomba atómica, para ver, para oír y para sentir en la carne la gran tragedia que tuvo lugar bajo el hongo atómico. Rogaría entonces que grabaseis a fuego en vuestros corazones lo deshumano que son las armas nucleares.

A vosotros, líderes de los países poseedores de armas nucleares, os recuerdo que el año que viene el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares NPT cumplirá justo el 50 aniversario de su implantación. Es una ocasión inmejorable para reactivar una vez más el compromiso de deshacerse de esas armas y de tomar conciencia de nuevo de los deberes que ese tratado conlleva. En particular, insto a las dos superpotencias nucleares EE.UU. y Rusia a asumir la responsabilidad de sentar claramente la base para una sustancial reducción de sus arsenales nucleares.

Hago un apelo al gobierno japonés. Japón ha dado la espalda al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. Pido que, como el único país del mundo víctima de un ataque atómico, asuma la responsabilidad de rectificar y firmar ese tratado pronto y sin dilaciones. Ruego también que siga atentamente la reciente evolución hacia la desnuclearización de la península de Corea, para que el Noreste de Asia esté no bajo un "paraguas nuclear" sino un "paraguas desnuclearizado", logrando de esta manera una zona libre de armas nucleares. Ante todo, exigimos que cumpla con la firme resolución de "renunciar para siempre a la guerra" del Artículo 9 de la Constitución de Japón, y que ejerza el liderazgo de difundir esa aspiración de paz por todo el mundo.

La edad media de los supervivientes de la bomba atómica ya supera los 82 años. Rogamos al gobierno japonés que redoble los esfuerzos de asistencia a las víctimas a medida que envejecen, extendiéndola igualmente a los que no fueron contemplados con el status oficial de víctimas de la bomba atómica.

Nagasaki, ciudad que tiene experiencia de los daños nucleares, es y seguirá solidaria con Fukushima, que pasado 8 años aún hoy padece las consecuencias del desastre de la contaminación radioactiva de una central nuclear.

Hacemos llegar nuestras plegarias a todos los fallecidos y sobrevivientes de la bomba atómica. Nagasaki muy unida a Hiroshima, hermana en la tragedia que comparte los esfuerzos de todas las personas que anhelan contribuir a la paz y reitera su compromiso de hacer lo imposible para poner fin a todas las armas nucleares y conseguir una paz mundial duradera.



TomihisaTaue
Alcalde de Nagasaki





- Fecha de publicación: 01 Oct 2019
- Publicado por: CEAA

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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Universidad de Los Andes, Mérida - Venezuela