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Ayodhya: Religión y política

La religión, entendida en un sentido amplio, representa el meollo
de la cultura de cualquier pueblo o civilización. Es la fuente no sólo de
los valores morales e intelectuales, sino también de ideas y conceptos que
definen y legitiman la estructura social y hasta el orden político
y económico. A su vez, la religión de cualquier pueblo o civilización está
impregnada por estas estructuras sociales, políticas y económicas.


David Lorenzen y Benjamín Preciado.
Atadura y liberación. Las religiones de la India (2003).

El hecho religioso en India posee una naturaleza de tipo politeísta, no existe homogeneidad congregacional, las innumerables escuelas filosóficas y maestros espirituales de diversas manifestaciones y tendencias hacen de este país un espacio único en el mundo para las prácticas filosóficas y de espiritualidad cuya ancestralidad no solo presentan una amplia combinación de escenarios caracterizados por lo sagrado y lo profano, sino que existen múltiples espacios de las nociones religiosas en leyendas, mito popular, ritos, dioses y diosas que han estado presentes en la épica y la historia nacional india bajo la idea: Unidad en la diversidad.

Lo religioso en India ha sido un hecho histórico que ha permitido contextualizar el desarrollo inicial de su pensamiento desde lo milenario de su tiempo real hasta llegar a la India de hoy y el porvenir inmediato de su ideario cosmogónico en pleno siglo XXI.

¿Ha existido en India un espíritu de convivencia por el respeto y tolerancia inter y multirreligiosa? Nuestra respuesta es afirmativa en la medida que se ha construido una coexistencia de creencias y actitudes vitales sobre lo sagrado con sentido democrático en los distintos espacios geográficos que han impulsado sus propias escuelas de pensamiento filosófico sin criterios teológicos supremacistas. Ahora bien, los hechos han ido cambiando y la realidad es muy distinta cuando la religión se contamina con lo político y esta degenera en proyectos nacionales-partidistas al servicio del colonialismo, organizaciones políticas asociadas a roles de mesianismo, pureza y luchas sociales mitificadas en el ideario de un pasado no cónsono con el presente.

Gracias a la convocatoria de los partidos nacionalistas e hinduistas, el pasado 25 de noviembre del año en curso, 200.000 indios congregados en la ciudad sagrada de Ayodhya (Estado de Uttar Pradesh, UP) demandaron ante el gobierno central de la India, la construcción de un templo dedicado al dios Rama sobre las ruinas de una mezquita del siglo XVI destruida en el año 1992 por sectores radicales hindúes. En esa ocasión, murieron 2.000 ciudadanos indios por ser de religión musulmana. El mayor acto de violencia religiosa desde los tiempos de la independencia. Los seguidores políticos, religiosos y devotos de las escuelas filosóficas hinduistas proclives al nacionalismo hindú, generaron una tensión a nivel nacional por la naturaleza de su acción y a la vez el recordatorio de este genocidio en la historia contemporánea del siglo XXI en la India.

Organizaciones religiosas y a la vez políticas, tales como el Shiv Sena, Vishva Hindu Parishad y el Consejo Mundial del Hinduismo, entre otros, demandan actualmente ante el Tribunal Supremo de India una decisión judicial sobre esta materia, ya que el Tribunal Superior a nivel regional decidió en el año 2010 dividir el municipio en tres áreas y proceder a construir dos templos hindúes y una mezquita. Tal medida fue rechazada por los sectores radicales hindúes. Se espera que el máximo ente de la jurisprudencia de la India decida el venidero mes de enero 2019, al respecto. Debemos tener en cuenta que los 45 distritos del estado de UP, están movilizados y han amenazado al gobierno central de la India con retirar su apoyo político si no se aprueba la construcción del templo.

El partido Bharatiya Janata (BJP por sus siglas en inglés) a nivel nacional y el mismo a nivel regional es liderado por el monje radical Yogi Adityanath como máxima autoridad de esa entidad regional y su estrategia gubernamental radica en cerrar filas para lograr esta reivindicación religiosa. Solo falta ver la voluntad política y las consecuencias del gobierno central presidido por el actual primer ministro Narendra Modi, líder máximo en la actualidad del BJP. Se acata o rechaza, sea cual sea la decisión del Tribunal Supremo de la India es preocupante por los signos de tensión ante la violencia sufrida por las minorías religiosas musulmanas en ese estado, que son mayores cada día.

El problema no se resuelve con la adopción de medidas de seguridad, cámaras de video-vigilancia y drones, presencia adicional de policías, fuerzas paramilitares y comandos de élite. Esta situación demanda recurrir al orden constitucional contemplado en la Carta Magna de la India, rescatar el espíritu del consenso nacional asumido en el secularismo. La adopción de una medida contraria desatará una expansiva violencia comunal y una vez más el pueblo de la India pondrá los muertos.

El 2019 es el año de las elecciones nacionales en ese país, la entidad regional de Uttar Pradesh aporta un electorado de 220 millones que son decisorios para elegir al nuevo Primer Ministro. Veremos los escenarios porvenir.

A la India se le derrumbará su imagen como potencia emergente a nivel mundial con un conflicto religioso que puede ir más allá de los límites regionales de Ayodhya. La intolerancia religiosa presente en la población juvenil debe ser sancionada por las autoridades y así evitar complicidades por razones políticas-electoralistas.

El hinduismo contemporáneo no puede ser deformado por la ambición de poder de un partido político.


 

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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