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India: Elecciones 2014
II Parte

El proceso electoral indio, iniciado el pasado 7 de abril, entró en su novena y última, decisoria fase en los estados de la Unión India en los que todavía no se había realizado la votación, generando pocos incidentes, aunque hay algunos que lamentar.

En cinco semanas, las estrategias electorales de las principales fuerzas políticas se encuentran en pleno desarrollo para la captación del voto juvenil y el resto del electorado. Las encuestas pronostican una victoria de Narendra Modi, del Partido Nacionalista Hindú (BJP), frente al Partido del Congreso que tenía una década en el gobierno, encabezado en esta oportunidad por Rahul Gandhi, vicepresidente del Partido del Congreso y de la Alianza Progresista Unida. Sin embargo, no debemos omitir una gran verdad en estas elecciones en tiempos de crisis económica, amplios debates y relativas polaridades; en palabras del Dr. R. P. Pathak, director del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Hinduísta de Benarés: "En la política en general no hay nada escrito, y en India las cosas son aun más volátiles. Nadie sabe qué va a pasar: es un país donde cuentan muchos factores, como la casta, la clase social, la religión y la diferencia entre ciudades y áreas rurales. Además están los 100 millones de nuevos votantes". Dicha aseveración nos conduce a evaluar paralelamente los dos ejes principales que nos presenta el escenario del debate electoral:

En el ámbito del partido BJP encontramos las siguientes particularidades y matrices de opiniones:

• El candidato de BJP hace uso de un discurso agresivo en la contienda electoral que no enciende respuestas de la misma naturaleza en el candidato de la Alianza Progresista Unida
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• El BJP ha tenido siempre una fuerte tendencia comunal y centralista en su quehacer político. Su intención es perpetuar el status quo y la estructura social tradicional india (castas, subcastas e intocables). No hay espacio para el laicismo en un país donde la religión tiene un peso crucial. El criterio de “inclusión” en la nación tiende a ser marcado por la división y adrenalina política.

• El BJP busca dividir al país en base a líneas comunales, canalizar los recursos hacia unos pocos elegidos, fortalecer el centralismo en la toma de decisiones por un solo individuo y con ello mitificarlo, creando un culto a la personalidad del líder. Se concibe una India en la que no hay lugar para los pobres y las personas con una religión o una ideología diferente a la de este sector político.

• Capitalizar el deseo de cambio de la masa de 815 millones de electores, así como absorber para sus propios fines el voto castigo contra el Partido del Congreso —que ha gobernado la India durante las dos terceras partes del tiempo transcurrido desde la independencia— propiciado por los graves casos de corrupción, la subida descontrolada de precios, la falta de dirección y la toma de decisiones impopulares.

• Apelar a un futuro mejor ofreciéndole garantías laborales a los nuevos sectores profesionales que han visto con pesimismo la caída del 10% al 8% y luego al 5% del acelerado crecimiento económico de la India en los últimos dos años.

• Bajo la consigna electoral Marca India y el lema “cumple lo que promete,” el candidato Modi habla de las cinco T (por sus siglas en inglés) como base del crecimiento —talento, comercio, tradición, turismo y tecnología— que deberán producir una India cuyo lema en hindi es “Una India, una gran India que lleve a todos juntos al desarrollo para todos”. Su fuerte capacidad de oratoria y su carisma personal se han aunado a su fama de buen administrador como gobernante del estado de Gujarat para despertar esperanza en la población y convencer India entera de votar por su persona —una fama obtenida como resultado de su “reconocida” gestión económica, que ha triplicado el PIB de su estado, atraído inversión extranjera como resultado de la baja de impuestos, industrializado la región cuya producción representa ya una cuarta parte de las exportaciones indias, y construido puertos y carreteras. No es sorprendente, pues que su programa, “más eficacia, menos burocracia y cero corrupción,” entusiasme a los pequeños empresarios.

• La hábil difusión de su imagen como hombre de origen humilde que viene de abajo, cuyo padre y él mismo en su infancia vendía en los trenes el tradicional, famoso e indispensable chai (el té con leche y especias de India). Además la colocación masiva de caretas con su cara ha sido un factor bien manejado en sus mítines, enviando así el mensaje en la población más pobre de que todos son Modi. En este contexto, se ha ido consolidando durante su campaña la imagen del “self-made man” (hombre hecho por sí mismo).

• El candidato del BJP ha cuestionado fuertemente a la dinastía Gandhi en el poder, calificando a su opositor Rahul Gandhi como el “príncipe egoísta” perteneciente a la cuarta generación del clan. En efecto, en la recta final de la campaña los asesores de Modi presentan la contienda como “el pobre contra el aristócrata”.

• Tanto el BJP como su candidato han dejado atrás el carácter regionalista que inicialmente tuvo su partido y se encuentran en una fase de consolidar un partido de dimensión nacional que recurrirá inevitablemente a las alianzas con otras fuerzas para adquirir de esta manera el peso político requerido para ejercer un nuevo gobierno.
• Ha tenido una presencia muy eficaz en los medios de comunicación y redes sociales de la India, penetrando y reconfigurando las matrices de opinión pública a todos los niveles del electorado.

En el bando del Partido del Congreso y la Alianza Progresista Unida encontramos en Rahul Gandhi las siguientes particularidades:

• Por contraste con el del BJP, en el discurso político de esta fórmula política se hace patente que se trata de un partido nacional con una tradición histórica de liderazgo desde la independencia hasta la presente fecha, definiendo y engendrando una visión no localista de la India libre de los defectos del comunalismo (espacio político dominado por las aldeas y la inmensa ruralidad del Indostán).

• El sentido de la tolerancia promovido por el liderazgo de Rahul Gandhi representa un eje integrador al tiempo que exhibe una tendencia hacia la descentralización que ofrece una mayor concepción de amplitud al presentar un país íntegro y no uno fraccionado.

• El proyecto de crecimiento económico se deriva tanto de la continuidad de una década de transformaciones conducida por el Partido del Congreso cuyas políticas económicas han tenido resultados favorables, tales como la reducción de la pobreza como fruto de planes de desarrollo basados en una política inclusiva sin distingos de castas o religión.

• Se asume un compromiso de lucha contra el radicalismo religioso y político, peligrosa combinación que no conviene permitir en un país con las peculiaridades de India.

• Consolidar la construcción de dos visiones sobre la nación: la una, la de una India unitaria que debe ir hacia adelante con equidad hacia todos los ciudadanos; la otra, la de una India que afiance su carácter de potencia regional en Asia y el mundo. Esta segunda visión de la India es el fruto de la primera y exige avanzar en los programas de transformación del aparato productivo y del ordenamiento jurídico, reformar el Estado indio y llevar a cabo intensas cirugías socioeconómicas para el beneficio de los sectores aún desposeídos.

• Ni en la Alianza Progresista Unida ni en el Partido del Congreso hay una acción de propaganda desmedida en las redes sociales y los medios de comunicación. La estrategia de lucha electoral en estos últimos días de campaña se centra en seguir batallando por sus ideales políticos en cada ciudad, cada pueblo y cada localidad regional en contra de la agenda comunitaria y divisionista del BJP.

• En materia empresarial el Partido del Congreso no se maneja coyunturalmente el apoyo a un “capitalismo de amigos” como el que promueve el, BJP, sino que propone de abrir las puertas a los empresarios progresistas que estén al lado del pueblo y garanticen una nueva etapa de crecimiento económico incluyente. En palabras de su propio candidato: “Creo firmemente que la prosperidad económica debe incluir a todos. La única manera en que la India se va a mover hacia adelante, es a través de una asociación que incluya tanto los intereses de las empresas como los intereses de los pobres”.

• Extender al nivel nacional el experimento iniciado en la región de Maharashtra de crear una red de seguridad para la gente pobre y hacer cumplir el salario mínimo. Dicha medida comenzó a aplicarse durante la década de gobierno del partido del Congreso y representa una justa reivindicación social que le daría una mayor calidad de vida y movilidad social a los sectores del campo donde descansa tradicionalmente la mayor fuerza de trabajo en India.

• El nuevo liderazgo indio presidido por Rahul Gandhi se inclina por oxigenar el estilo de hacer política en su propio país, especialmente al dar los pasos iniciales hacia la implementación de reformas políticas y administrativas en beneficio directo del ciudadano de a pie —lo cual implica una autocrítica que representa una acción de madurez política indispensable para la India del futuro inmediato—. Dar voz y protagonismo al indio común representa una inevitable apertura interna que rompería efectivamente el poder de las mafias políticas regionales y lo pondría “en la acera de enfrente (poniendo el pueblo urbano y rural de la India en el centro del debate y de la toma de decisiones). Democratizar las organizaciones de toda índole redundaría en un voto de confianza estructural que situaría a la India en el umbral de una nueva cultura política propia de una democracia del siglo XXI.

• Entender la descentralización como proceso y no como decreto, lo cual conllevará la implementación de modificaciones jurídicas que propicien el tipo de toma de decisiones que ello exigiría. Delegar el poder y poner la formulación de políticas bajo la responsabilidad de muchos llevará, entre otros aspectos, al rompimiento de los círculos viciosos de la cotidianidad política.

En el debate todos dan por sentado que todo ciudadano es igual. Lamentablemente la realidad es otra, pues los derechos y los deberes se han desequilibrado, con las consecuencias ya conocidas, no sólo en India sino en todo el mundo. Existen en estos momentos sobre la mesa electoral amplias propuestas que ofrecen solucionar todos los problemas, pero desdichadamente su gestación tiene fines electorales y populistas. En India no existe un escenario político que ofrezca una real tercera vía o alternativa política, ya que predominan los partidos políticos tradicionales y una enorme cantidad de partidos políticos regionalistas, gracias a lo cual las alianzas en estos momentos son la fórmula para llegar al poder. Veremos hasta qué punto quien llegue al gobierno lleve a cabo políticas efectivas para bajar los niveles de pobreza y los profundos contrastes a nivel social que no pueden ser tapados con la ilusión de la bonanza económica.

Sin duda alguna, estas elecciones representan el fin de una era y el inicio de otra en la historia política de dicha nación. Algunos consideran que en tiempos electorales la política es la ciencia de las posibilidades pero que también constituye el arte de engañar. La democracia en India no puede seguir postergando el compromiso de lograr la inclusión masiva del pueblo sin discriminación alguna. La economía no mejorará a los ojos del pueblo sin que se logre una participación social y política efectiva.


 

Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas "José Manuel Briceño Monzillo"
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